Así como en la entrada anterior, me alegraba de tantos árboles en Barrancas, también me duelen los que están desapareciendo por el barrio: envenenados, arrancados, podados hasta los muñones, destrozados de muchas formas.
Molestan, ensucian, están en el medio del "proceso civilizador". Así creen los vecinos y la Municipalidad (al parecer). Esta forma de pensar nos está costando la salud, el resguardo y la belleza que despliegan mis amados árboles.
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